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Núm.Col./Núm.Vol.: /
Núm.Edición: 1
La palabra democracia así como otras palabras pertenecientes a la misma familia lingüística ha sido tan debatida en la cultura occidental pero probablemente no solo en esta parte del mundo que puede parecer ingenuo si no es que atrevido y aventurero escribir acerca de ella. Es tan abundante la literatura al respecto y es tan grande la cantidad de litros de tinta utilizados en la reflexión acerca de la idea de democracia que en ocasiones se tiene la sensación de que haciendo de ella un objeto de estudio más que contribuir al esclarecimiento de un concepto tan complejo tan cargado de historia y de sentimientos emotivos el resultado al contrario puede contribuir a aumentar la confusión. Es casi un lugar común en efecto la convicción de que democracia es un vocablo con un área de significado vago y ambiguo por lo que en general su uso en una específica comunidad lingüística se resuelve en fórmulas no siempre bien delimitadas conceptual y teoréticamente con las consecuentes incomprensiones en cuanto a su área de significado. Es evidente por otra parte que las dificultades definitorias del vocablo en cuestión no constituyen solo un objeto para ejercitaciones lingüísticas de quienes no tienen otra cosa que hacer; al contrario se reflejan en nuestro acercamiento a la realidad que se pretende describir con tal palabra y en consecuencia en su innegable relevancia en el léxico filosófico-político y cultural indispensable para calificar o no como democrático un acto político o una sociedad o un gobierno